El camino real
- jmnavarro1986
- 7 mar 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul 2023

El camino real es, en las zonas rurales, una vereda que comunica a las comunidades. Hay un cúmulo de vivencias que se desprenden de los andares de los pobladores por estos caminos. Desde la fatiga y la sed provocadas por la carga de la leña; hasta las vivencias poéticas de ser guiados por la luz de la luna entre los senderos.
Las personas caminaban por horas, a veces días, yendo por mercancía al pueblo, o para hacer alguna diligencia. Los mineros iban por los cerros, haciendo travesía hasta llegar a la mina. Los tríos huapangueros, por supuesto que usaban estos caminos. Desde la lejanía iban como reyes magos cruzando las montañas.
Experiencias sobrenaturales abundaban también. El contacto con la fauna era mucho mayor por estas veredas. Se habla de múltiples experiencias al encontrarse con diferentes tipos de felinos. Alguna anécdota incluso refiere la historia de un minero que descansaba en una cueva, y el cual fue salvado de las fauces de un león gracias a un oso que llegó a su rescate.
Del mismo modo, muchos relatos de nanitas o brujas se ubican en estos caminos y durante estas caminatas, sin duda alimentados por la espesura del bosque, las estrellas fugaces y el canto de las aves nocturnas.
Además, escondidas entre el monte se encuentran algunas ermitas, las cuales recuerdan al caminante que ahí acaeció una muerte. Y es que a muchos enfermos todavía les tocó ser acarreados por esos caminos reales y soltar el alma en medio del cerro. Otras ermitas marcan asesinatos. Hombres que mataron a algún sacerdote en los tiempos de la guerra cristera.
Anécdotas que mezcladas con los nombres de los lugares y de los caminos mismos crean un mundo único: ‘El agua de león’, ‘La joya del tigre’, ‘El caracol’, ‘La cuesta de los pelones’, ‘El puerto del aire’, ‘El palo del rayo’, ‘La puerta vieja’, ‘El camino del pozo’, ‘El camino del salto’, etc. Muchísimos nombres llenos de imaginación y que nutrieron a muchas plumas literarias del realismo mágico a lo largo de América Latina.
La sierra, las montañas y sus veredas eran un mapa propio en las mentes de la gente de las comunidades, que de a poco se irá borrando. La maleza no tarda en crecer y bastan unos años para que el marcado camino desaparezca.
Cada generación busca trazar sus propias rutas. Sin embargo, es posible valorar y mantener aún los caminos reales. Son el recuerdo de un caminar donde cada paso es tejido de manera armónica con el entorno.




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